Esta es una palabra japonesa que a mi especialmente me gusta mucho. No sé si es por su sencillo significado o por todo lo que puede haber tras ella dependiendo de la persona que la interprete.
Kusamakura
草枕
“Almohada de Hierba”
Hace referencia a cuando pasamos la noche fuera, durmiendo en mitad de la naturaleza durante un viaje. En la era feudal de Japón, para trasladarse de ciudad en ciudad, se necesitaban varios días de travesía. Era común pasar la noche a la intemperie y dormir utilizando la almohada que la misma naturaleza les proveía.
En mi caso personal, me conecta con dos aspectos de la vida que me hacen muy feliz. Los viajes y el contacto con la naturaleza. Y sobre todo, aquellos que tuve la fortuna de realizar en Japón durante los años que residí entre sus fronteras.
En mi corazón quedaron guardadas experiencias vitales como haber recorrido el tenebroso bosque de Aokigahara a las faldas del monte Fuji, caminar descalzo por las playas de arena blanca de Okinawa, atravesar el cementerio de Okunoin en el Monte sagrado Koya repleto de cedros centenarios, cruzar de norte a sur en barco el lago Ashi en el parque natural de Hakone y ascender a la cima del monte Misen en la mítica isla de Miyajima entre otras muchas vivencias. Todas ellas ocurrieron en alguna de mis travesías por Japón.
Desde hace tiempo que puse en la cima de mis prioridades a la hora de escoger el destino de un viaje, el hecho de que allí donde fuera, pudiera disfrutar de uno de los grandes espectáculos que la naturaleza nos ofrece. El ser humano ha sido capaz de construir cosas asombrosas. Sin embargo, creo que nunca podrá superar la belleza que nos regalan las montañas y los ríos, los bosques y las playas, los acantilados y las llanuras, los prados de flores y los valles, las selvas y sabanas. Allí fuera existen mil y un escenarios con el potencial de estremecernos por dentro si tenemos la sensibilidad suficiente como para conectar con la esencia que contienen.
Cada vez que abro la puerta de mi armario para escoger la ropa que meteré en la mochila y que me acompañará en esos días de Kusamakura, una sensación muy agradable recorre mi cuerpo. Una nueva aventura me depara. Estoy vivo y hay que celebrarlo.
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