Soñar es algo propio del ser humano. Ya de pequeños dibujamos esas aspiraciones en nuestra mente y soñamos despiertos con lugares donde nos gustaría estar o actividades que nos gustaría realizar.
Los niños son los grandes soñadores y para ellos, no hay barreras gracias a que todavía no las han aprendido. Sin embargo, a medida que nos vamos haciendo mayores, de alguna forma, muchas personas acaban perdiendo esos rasgos mágicos de la niñez. La inocencia, la ilusión, soñar a lo grande, la curiosidad y las ganas de jugar.
¿Por qué hay tantos adultos que parecen estar tan desconectados de su niño interior?
kyomu
叶夢
Un sueño que se hace realidad
Cuando diseñaba la que sería mi página web personal, quise iniciar mi introducción con una frase corta que me definiera y con la que me sintiera conectado. Esta fue la siguiente:
“Soy Marcos Cartagena, soñador de nacimiento, samurái de corazón y enamorado de la cultura japonesa”
Si hecho una mirada atrás, veo que desde niño me he negado a perder la capacidad de soñar. La he protegido y he luchado por ella desde entonces. Mi vida es una historia de sueños cumplidos. De un camino recorrido y diseñado casi enteramente por mí.
El primer viaje que realicé a Japón fue el resultado de un sueño que tuve a los 18 años. Imaginé que un día, estaría allí aprendiendo japonés e impregnándome de su cultura. No era una tarea fácil ya que tuve que trabajar mucho para poder lograrlo. Casi fueron 10 años visualizando en mi cabeza la que se acabaría convirtiendo en la experiencia más enriquecedora e impactante de mi vida. Y para aquellos que piensen que fue un camino de rosas, dejarme que os diga que durante todo ese tiempo, tuve que superar muchos obstáculos. Muchos impedimentos que me alejaban de cumplir aquello con lo que había soñado.
¿Cuál fue la clave para conseguir hacerlos realidad? Hay muchas cosas que podría decir al respecto, pero sobre todo, lo más importante es la determinación inquebrantable, la perseverancia y la constancia. Estos tres requisitos son desde mi punto de vista, imprescindibles.
Vivir en Japón y ser capaz de hablar japonés fluido no es lo único con lo que soñé que se hizo realidad. Un día imaginé que sería un gran artista marcial capaz de dominar varias disciplinas diferentes y lo hice. Un día imaginé que fundaría una empresa con la que desarrollaría mi Ikigai y años después nació Descubriendo Japón, un día vislumbré que escribiría mi propio libro el cual se publicaría con una editorial de prestigio y se cumplió, un día visualicé que tendría mi propio canal de podcast en el que entrevistaría a las personas que más admiraba y se hizo realidad.
Kyomu es una palabra que he inventado yo como alguna de las que aparecen en este blog. La inventé porque el idioma japonés tiene esa versatilidad en la que gracias a la unión de diferentes símbolos Kanji pueden nacer palabras de nueva creación.
Sentí que este mundo necesitaba una palabra que nos recordara que perseguir nuestros sueños no es de ilusos. Es cierto que hay que tener los pies en la tierra y no se puede desear los que por naturaleza es imposible. Pero de lo que si estoy seguro es de que, el ser humano tiene un potencial asombroso. Capaz muchas veces de demostrar al mundo que lo que todos afirmaban que no se podía hacer, no era cierto.
Me gustaría que te hicieras esta pregunta, ¿Has dejado de soñar? Si la respuesta es sí, te animo encarecidamente que rebusques en lo más profundo de tu ser. Que reavives esa llama que se apagó y que alimentaba tus ganas de vivir la vida con intensidad.
Soy de los que piensa que el ser humano ha venido a este mundo a algo más que a sobrevivir. A hacer algo más grande que simplemente, llevar una vida cómoda y sin sobresaltos. Hemos venido a dejar una huella y los sueños son los carteles luminosos que nos indican el camino.
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