Kanso: La sencillez y ausencia de elementos sobrantes
9 septiembre, 2020Ep. 1 Las enseñanzas del señor Tokuda
16 octubre, 2020Sin duda alguna, diría que esta palabra es una de las que representan la más pura esencial del espíritu japonés. De hecho, nunca hubiera sabido de ella si no llega a ser porque una persona japonesa muy especial para mi me la dio a conocer. Y curiosamente, esa persona es la viva imagen todo lo que Makokoro quiere decir. Un corazón puro que es capaz de pensar primero en el prójimo antes que en sí mismo. Hoy os traigo nº 28 de la serie #Las100PalabrasMasBellasdeJapon y junto a ella, una historia personal que no va a ser fácil de escribir para mi.
Makokoro
真心
Aquel que piensa en los demás, incluso por encima de si mismo
Aún recuerdo como si fuera ayer el día que le conocí al señor Tokuda y a su mujer Sanae. Un entrañable matrimonio de ancianos japoneses que me acogieron como a un hijo en su casa a lo largo de varios meses durante una de mis estancias en Japón.
Conocerles ha sido uno de los mayores regalos que la vida me ha hecho. ¿Y sabéis qué? Fue por casualidad, como muchas de las cosas buenas que ocurren. De hecho, la suerte de dar con ellos vino por un acontecimiento desafortunado que me ocurrió justo antes.
Después de mi primer año de estudiante en Japón, decidí que volvería tres meses más para seguir aprendiendo el idioma. Mi intención era reservar la misma habitación de Kioto donde ya había vivido anteriormente. Envié un correo electrónico a la dueña de la casa para comunicarle mi intención de regresar y por lo que yo entendí, la habitación me estaría esperando a mi vuelta. Sin embargo, una serie de malos entendidos hicieron que la dueña pensara que al final no estaba interesado en la habitación y se la reservó a otra persona sin decirme nada.
Cuando solo quedaba apenas un mes para ir a Japón, volví a escribirle para confirmar que todo estaba correcto y fue justo en ese momento cuando me llevé la desagradable sorpresa de saber que a escasos treinta días de mi viaje, no tenía un sitio en el que quedarme. Me puse a buscar como loco por internet, pero para esas fechas que justo coincidían con la floración de los cerezos en abril, ya estaba casi todo reservado y lo poco que había disponible, se escapaba totalmente de mi presupuesto. ¿Qué iba a hacer?
Le di muchas vueltas a las diferentes alternativas que tenía y cuando ya lo daba todo por perdido, una idea vino a mi cabeza. Durante ese primer año en Japón, había estado casi nueve meses recibiendo clases particulares de caligrafía japonesa con una señora encantadora llamada Tatsumi. El caso es que con el tiempo había entablado una relación muy bonita con ella. Durante las clases, no solo me enseñó a escribir con el pincel, también me enseñó mucho acerca de la cultura japonesa, lo cual que me permitió entender muchas cosas para las que antes no encontraba explicación. En un momento dado, la señora Tatsumi me ofreció que si alguna vez volvía a Japón, podría quedarme en su casa como invitado ya que tenían una habitación disponible para huéspedes. No me especificó nada al respecto pero suponía que se refería a que podía quedarme allí unos días, no varios meses. La idea que tuve fue, ¿Y si le propusiera a Tatsumi hacer un Homestay para alojarme en su casa durante varios meses a cambio de una renta mensual?
Al principio me pareció una ocurrencia un poco descabellada y fuera de lugar, pero los días corrían y conforme se acercaba la fecha, las posibilidades de encontrar algo decente para vivir durante ese tiempo se reducían. Así que me arme de valor y escribí una carta en japonés explicándole lo que me había ocurrido con la habitación que supuestamente había reservado en Kioto y mi propuesta de convertirme en su hijo adoptivo durante unos meses. ¿Qué podía perder?
Puse todas mis esperanzas en aquella carta que incluso escribí de mi puño y letra y envié por correo certificado para que viera mi compromiso e interés por aquella propuesta. Pasé unos días de nervios esperando la respuesta hasta que por fin, un email de Tatsumi entró en mi bandeja de entrada (Le pedí que me contestara por correo electrónico ya que era más rápido).
¿La respuesta? Me dijo que no podía ser… que justo durante ese periodo iba a recibir unas visitas y que muy a su pesar, no podía alojarme en su casa. La verdad es que me quedé abatido después de leer ese mensaje. Por algún motivo estaba convencido de que me iba a decir que sí. De hecho, había puesto todas mis cartas en ese intento y no había seguido buscando. Ahora ya no tenía un mes por delante, sino tan solo quince días. Casi empecé a plantearme en cancelar el billete de avión y perder el dinero que había pagado por él. Ya no me quedaban muchas opciones.
En ese momento en el que maldecía mi suerte, recibí un inesperado e-mail de la señora Tatsumi. Al parecer, se había quedado con muy mal cuerpo por haber declinado mi propuesta ¿Y sabéis qué? Había hablado con un matrimonio de amigos suyos y les había pedido por favor si podían alojarme en su casa durante los tres meses que tenía intención de estar en Japón. Les había dicho que yo era un buen chico. Ese matrimonia eran el señor y la señora Tokuda.
Que misteriosa es la vida, ¿Verdad? Cuando pensaba que la situación no podía ir peor, apareció una posibilidad que parecía arreglarlo. Y afortunadamente, así fue. Cuando llegué por primera vez a su casa, no sabía qué me iba a encontrar. Tenía mis dudas porque eran dos personas desconocidas para mí. Pero no tardé mucho en ser consciente de que lo que había ocurrido, era mil veces mejor que aquella habitación en Kioto en la que pensaba alojarme.
EL señor Tokuda se convirtió en un referente para mi. En un guía que me abrió un mundo hasta entonces desconocido. En aquellos meses que pasé junto a ellos, fue cuando realmente pude empezar a comprender lo que esconde el esquivo y poco transparente corazón japonés aparentemente lleno de contradicciones y enigmas.
Todo lo que siento hacia él es gratitud por lo que me dio tantas y tantas veces de forma genuina y desinteresada. Siempre pendiente de mi para estar a mi lado cuando le necesitara. Siempre con una sonrisa en su rostro para recibirme cada vez que volvía a Japón.
Sé que esta entrada es más larga de lo normal. Me he extendido mucho para contar esta historia porque me gustaría honrar el nombre de esta gran persona que siempre llevaré conmigo. Hace escasas semanas recibí un doloroso mensaje por su parte informándome de que había caído gravemente enfermo. Debido la epidemia que azota al mundo en estos turbulentos momentos del año 2020, ni siquiera pude ir a Japón para verle y estrecharle la mano por última vez. Poco después, su mujer Sanae me escribió para decirme que había fallecido de forma repentina.
El último recuerdo que tengo de él es una llamada telefónica que le hice después de recibir su mensaje en el que me informaba acerca de la enfermedad. No pude evitar derramar algunas lágrimas cuando al final de la conversación, me dijo que estaba muy orgullo de mí y de todo lo que había logrado. Por el libro, por los viajes a Japón que organizamos y por haberme convertido en una gran persona. Antes de colgar me pidió por favor que siguiera transmitiendo al mundo el lado más admirable de Japón como hasta ahora he hecho. Una cultura que él amaba y por la que en todo momento ha sentido verdadera devoción.
Yo no lo sabía en el momento que lo conocí, pero el señor Tokuda era una persona Makokoro. “Ma” significa “completamente” y “Kokoro” significa “corazón. Su traducción literal es “Completamente corazón” y se utiliza para hablar de aquellas personas que tienen una esencia pura y que siempre están pensando que cómo pueden hacer la vida de otras personas más fácil.
El señor Tokuda siempre decía que el día que dejara este mundo, estaría contento porque volvería a ver a su querida madre. Hoy sé que estará feliz porque habrá vuelto a reunirse con ella. Desde aquí, te envío todo mi amor y afecto. Algún día volveremos a encontrarnos y en ese momento, yo también estaré feliz.
ずっとあなたのことを心中で持ちます。今まで本当にありがとうございました!
7 Comments
¡Qué hermoso! Y qué suerte haber conocido a un hombre así.
Muy bueno, y sano para el mundo
Hola José Ángel! Muchas gracias, pe alegro que te lo parezca 🙂
Hola! Descubrí tu podcast y blog hace unos días, escuchando a Charuca. Me encantó el espíritu que tiene todo. Hermosas e inspiradoras historias entre tanta mala noticia que divulga la prensa “oficial” en mi país estos días, de las que cuesta mucho escapar. Siempre pienso que “somos más los buenos”…y sí, hay mucha gente haciendo cosas buenas…¿Cómo, si no? 😉
Un saludo afectuoso desde Chile
Hola Anir! Que alegría saber que te ha gustado el blog y todo lo que comparto. Yo estoy contigo, necesitamos un poco de buena vibra entre tantas noticias catastrofistas. Hay mucha gente haciendo el bien pero se les oye menos. Por eso hay que hacer más ruido!
Que maravilla te concedió la vida, al cruzar tu camino con el señor Tokuda, que segura estoy que fue un gran Makokoro!!
Así también la vida se porta maravillosamente conmigo, al cruzar mi camino con esta tu pagina =)
Gracias por tu trabajo
Hola Varinia! Muchas gracias por tus bonitas palabras. Así es, el señor Tokuda era una persona Makokoro que me entregó mucho. Fue un gran regalo haberle conocido. Me encanta saber que a partir de ahora, estarás al otro lado del blog. No te olvides escuchar el Hanasaki Podcast. Seguro que te gustará. Está en todas las plataformas como Ivoox, spotify y apple podcast.